PRÓLOGO DEL LIBRO ESA MINÚSCULA MELODÍA DE LLUVIA (2006)/ Gerardo Ciancio
LA ESCRITURA INUNDADA DE MARÍA DEL CARMEN BORDA
“y te escribo un poema con el agua”
M. del C. B.
María del Carmen Borda (1945) viene trabajando desde hace años con un énfasis claro en las entrañas de la cultura del Uruguay profundo. Su pasión por la creación, la difusión, la indagación y la formación literarias, hacen de su vida una entrega desinteresada de alegría y entusiasmo por las manifestaciones culturales, lo que contagia al más escéptico y distante. Madre y esposa, docente comprometida con su entorno, gestora cultural y escritora. Borda tuvo que vivir su propia cuota de exilio en el lejano Canadá durante siete años, lo que quizás haya incrementado en el silencio creativo y nostálgico de esos tiempos de lejanía, su amor por lo uruguayo y su gente, así como su deseo de sumar su propuesta personal y sus ganas de agitar la cultura en su añorado Paysandú. Hoy por hoy, su ciudad le brinda su tributo agradecido y la acoge como una de sus trabajadoras culturales más destacadas (1).
Lo cierto es que María del Carmen Borda ha incrementado en estos años recientes su producción literaria así como ha estimulado la de los jóvenes de su comarca con la misma efusión. Una novela, La Misión (2005) y dos libros de poemas, Bajo una lluvia fina (2003) y el presente esa minúscula melodía de lluvia, dibujan su obra más destacable a la hora de elaborar balances literarios.
A propósito del poemario Bajo una lluvia fina, Rafael Courtoisie ha delineado algunos conceptos que comparto y que son extensibles a este nuevo trabajo: “Las piezas que componen este volumen editado en Paysandú se inscriben en lo que los españoles llaman “poesía de la experiencia”. Esto es, composiciones de referente visible y volunta de comunicación inmediata. Los temas se relacionan con la cotidianidad observada desde dentro, sin afectación ni retruécanos. Se apuesta a un decir elemental cuya frescura y agilidad sostiene el libro a pesar de los cambios de atmósfera y de las inflexiones, a veces un tanto bruscas, entre las cinco secciones en que el libro está dividido. “(2)”
El libro que hoy tiene el lector entre manos semeja un extraño espiral cuyas volutas verbales recorren el espacio de la poesía para abrazar sus extremos. El primer y el último verso del poemario son idénticos: “esa minúscula lluvia de melodía”. Identidad que se agota en la estructura sintáctica, en el orden de las piezas léxicas, es decir, en el significante. Pero a la hora de encontrar sentidos, el verso no es el mismo.
Luego de recorrer todo el libro, de atravesar cientos de versos dolidos, exaltados, susurrados, gritados, luego de emprender la experiencia estética que supone una lectura total, la interpretación de ese verso inaugural, calcado en el verso de cierre, es otra, diversa. De ahí la originalidad de esta propuesta, que no es un mero deleite de composición. Más aún, si consideramos que este enunciado se constituye en el título, claramente vinculado al de su anterior libro de poemas (3). Incluso, si leemos el muy logrado texto llamado “aquel día era el presagio”, observamos que lo contiene como verso de clausura:
la valija
las fotografías marcando otros tiempos
el reloj que no daba tregua
la rosa seca en el florero
el leño que ya no ardía
mi piel erizada
el teléfono sin sonar
y esa minúscula melodía de lluvia
La poesía fluye en estas páginas con aparente sencillez, dúctil y transparente por un espacio en donde el amor, el dolor, las ausencias / presencias, la propia creación poética y su instrumento, la palabra, la nostalgia del tiempo que fue, se vuelven tópicos recurrentes que inundan el territorio de la escritura con al persistencia de una fina lluvia que todo lo moja. La lluvia es en la poesía de Borda una metáfora obsesiva, una presencia que inunda el lugar de la escritura para promover el recuerdo, la reflexión, la emoción y la propia creación poética: “y me mojo / con la lluvia de todos los tiempos”; y hoy / solo la lluvia / moja recuerdos”.
La producción de Carmen Borda se alinea en la serie literaria que podríamos construir en las voces de Luisa Luisa, Martha Adela Bonavita, Alba Roballo, Martha Terra, incluso el tono poético de Helena Corbellini (quién además prologa su libro anterior), Idea Vilariño, Maruja Díaz y Melba Guariglia. Mujeres que comprometieron su palabra con la escritura, con sus contextos de enunciación y con su prójimo, desde el amor. El compromiso social o la persistencia en la utopía, desde el erotismo y la sensualidad del discurso poético.
En ese escenario hallamos la propuesta de Carmen Borda, pertinaz en su búsqueda de “una palabra de corteza dura” que le permita decir su poesía no ajena al mundo que día a día la rodea y la incluye, apasionada por encontrar “la poesía exacta” para liberar sus propios ángeles y sus propios demonios inundados por esa sustancia que los humaniza: el tiempo.
Gerardo Ciancio
Montevideo, primavera de 2005
NOTAS
1- Quizás el homenaje más destacado y sentido por la autora fuera el que le tributara la Junta Departamental de Paysandú el 25 de noviembre de 2005 junto al narrador, también sanducero, Marcelo Estefanell.
2- Nota de Rafael Courtoisie en “El país cultural” , No 765 del 2 de julio de 2004.
3- Obsérvese que en el poema de raigambre borgeana “la otra”, el título del poemario anterior, es ahora verso que permite la recuperación del pasado, de la memoria emocional: “y la veo irse” / bajo una lluvia fina y persistente / con sus trenzas / su pollera escocesa / y sus zapatos de charol…
El Profesro Gerardo Ciancio es escritor, crítico literario, especialmente en el género poesía, formador de críticos literarios de la Biblioteca Nacional del Uruguay.
2008 Comentario del libro Poesías de lluvia para un adiós, próximo a salir.
En cuanto a la conformación de la trilogía (tres libros de poesía) con el tema “lluvia”
Carmen Borda retorna a la liturgia renovada de su lluvia. La misma y otra lluvia que aquí se ha tornado en otro registro, ya no acompaña paisaje o sentimiento personal, ahora la poeta, ya en el templo del agua para siempre suyo, ha transformado aquella lluvia en un símbolo y en una visión.
El crecimiento de Borda se evidencia en el sutil trabajo de los ritmos con los que acompasa su palabra y en la estructura toda del libro, que muestra una artista en el claro dominio de su vocación y su instrumento.
Poeta, Prof. JORGE ARBELECHE, miembro de la Academia de Letras del Uruguay.