jueves, 11 de octubre de 2012

Prólogo “Fuera de cauce”


Un  nocturno de Rubén Darío, el que está dedicado a Mariano de Cavia, termina con dos versos que parecen  condensar  la actitud esencial de la voz lírica del libro de Carmen Borda  “Fuera de cauce”. Darío dice al final de su poema:
“y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.”
En muchos de los textos de este libro de la poeta sanducera, el yo lírico puede ser percibido como una antena atenta, que recibe todas las vibraciones del dolor humano a lo largo y ancho del  planeta y en distintos tiempos históricos. Como en los versos citados de Darío encontramos en los textos de Borda resabios románticos que muestran al poeta como un ser de sensibilidad superior  que asume el dolor de los otros, lo que se ejemplifica en el poema “El mensaje”:
“En el crepúsculo frente al mar
He sentido el dolor del mundo”
El yo lírico registra el dolor humano y da testimonio de él a través del poema,  lo hace “en el crepúsculo” y “frente al mar”. La imagen del crepúsculo  como fin del día es la representación de la existencia humana en su etapa final, y el mar, que asume en los distintos textos múltiples simbolismos, cobra aquí su significado más tradicional, que viene de las coplas de Manrique:
“Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar /  que es el morir”.
Si relacionamos el valor simbólico del mar con el título del libro, encontramos una estrecha relación con la doble imagenmanriqueña de los ríos/ vida y el mar / muerte.
Por otra parte, el vocablo “cauce” que forma parte  del sintagma titular, remite al correr del río como agua que se dirige al mar por una senda o conducto ya trazado, pero este río no corre por su cauce o lecho sino “fuera de cauce”, y allí aparece, según  creo, una de las claves  del libro, que se reitera en “Al poeta”, donde encontramos la siguiente afirmación.
  “ y mis palabras se salieron de cauce…”
Aunque en los versos siguientes la hablante del poema parece retractarse al decir que es tiempo de volver las palabras a su verdadero lecho, hay una actitud central de rebeldía frente a los otros ríos (vidas) que corren por los cauces correctos, establecidos por la costumbre o la  indiferencia ante el dolor del hombre.
El yo lírico fuera de cauce se identifica en el poema “Encuentro I ”con el héroe de Hemingway en “El viejo y el mar” y su lucha solitaria,  y el mar allí es representación del mundo como campo de batalla y lugar para la acción heroica y solitaria.
Creemos por todo ello que el título es un particular hallazgo en este libro de Carmen Borda, porque el correr fuera de cauce parece ser un rasgo de estilo en este poemario en que todo parece ocurrir bajo ese signo. Por ejemplo en los versos en que se habla de la voz del mar y el yo lírico le declara su amor a ese “monstruo enorme / lleno de ángeles y demonios”, que parece ser aquí representación del inconsciente como mundo desconocido y oscuro. En otra parte del  texto dice “el mar me habló… y en “Encuentro II”  “y la poesía surge desde el agua”.
El mismo simbolismo se da en la serie “Encuentros – desencuentros – despedidas”, en que en el comienzo  parece tratarse el tema del amor pero de pronto aparece un verso que interrumpe esa posible lectura.
Después de expresar  “te envuelves en la cama de insomnios de locura…” el yo lírico transmite enseguida su lucha por refrenar el impulso de correr fuera del cauce,  su deseo de volver a la norma, al camino ya trazado por la razón, porque el salirse totalmente de cauce puede  significar la anulación del yo, la pérdida total del principio de realidad que conduce a la locura . Volvemos entonces a identificar aquí el sentido simbólico del mar, o  del agua como imagen del inconsciente que puede romper sus diques e invadir el nivel de la conciencia.
 Las alusiones a la locura están presentes reiteradas veces en distintos poemas, damos como ejemplo  “lost”, en que la hablante dice:
“este poema esquizofrénico
que no tiene paz
que  huye…”
El texto sigue pero creemos que en estos tres versos ya está dicho lo esencial y se explicita el conflicto interior del yo lírico.
La serie que  sigue a “lost” es la que da título al libro,  “Fuera de cauce”, y si bien la escritura de Borda podría definirse en general como un torrente de imágenes que fluyen sin cesar, se yuxtaponen y hasta pueden resultar contradictorias, aparecen aquí  algunos poemas muy breves en que se logra condensar la expresión con particular acierto, por ejemplo en el poema VI:
“el miedo ha sido  / el ángel negro / que te detuvo”
La respuesta  al miedo, aquí  como en “lost”, es la huida.
En otros textos de esta serie se registran imágenes de contenido onírico, visiones apocalípticas, con presencia de seres monstruosos como “una serpiente enorme” que tritura, “una tela de araña pegajosa” y “olas terribles, con ojos” que se suman a las que en poemas anteriores del libro, remiten a un mundo real sangriento y desgarrador.
Borda presenta así  en la totalidad del poemario un universo en donde apenas atisba la esperanza, en donde el deseo de un mundo mejor no es más que una utopía demasiado lejana. Y aunque en “Confesiones fuera de página” (  afuera una vez más) la hablante afirma “ser capaz de dinamizar adoquines”,  su impulso tenaz resulta insuficiente y la voz lírica trasunta un profundo desencanto.
El ejercicio de la escritura, motivo recurrente en el libro, no se muestra como una actividad redentora y la única opción posible frente a la fugacidad de la vida  y la injusticia del mundo parece ser la que introduce el poema “Escalando tiempos”, el primero del libro: ese yo lírico que lo vio y lo vivió todo quiere retroceder en el tiempo,  treparlo como a un monte, escalarlo para huir del mar / muerte, o como dice en un breve poema de solo dos versos:
Entonces  “ camino para atrás.”


                                                    Silvia Prida,  9 de marzo de 2012.